Los sindicalistas desaparecidos de la Mercedes Benz

- Gerente de la Mercedes Benz acusado de colaborar con la dictadura militar en Argentina -

Por Stefanie Kron/ Boris Kanzleiter, npl

 

Juan Tasselkraut, ex-director de la fábrica Mercedes Benz en González Catán -ciudad cerca de Buenos Aires-, fue acusado por "asesinato, secuestro y lesiones graves" por Wolfgang Kaleck en representación de la alemana Asociación Republicana de Abogados (Republikanischer Anwaltsverein) ante la fiscalía de Berlín a fines de septiembre pasado. Además fueron acusados Jorge Rafael Videla, ex-comandante en jefe de las fuerzas armadas de Argentina; Emilio Eduardo Massera, ex-jefe de la marina; además de los responsables de la Mercedes Benz (hoy Daimler-Chrysler) en Untertürkheim, Alemania".

Los crímenes se cometieron para destruir al sindicato independiente de los trabajadores de la Mercedes Benz en González Catán durante enero de 1977, cuando militares y policías detuvieron a nueve de los sindicalistas más activos y conocidos. Ocho de ellos son parte de los 30.000 desaparecidos, presuntamente asesinados en los centros de tortura bajo la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983.

Esta acusación fue posible gracias a las investigaciones de la periodista alemana Gaby Weber, quien actualmente vive en Argentina. Según los testimonios que ella y el abogado Kaleck han reunido, al parecer Juan Tasselkraut y la dirección de la fábrica Mercedes Benz colaboraron con los militares para liquidar a los sindicalistas. Ahora la justicia alemana deberá encargarse del caso, pues tanto el acusado Tasselkraut como Esteban Reimer, una de las víctimas, son de nacionalidad alemana.

"Queremos demostrar que los autores de los crímenes bajo la dictadura militar no eran sádicos ni psicóticos, sino que siguieron un plan político-económico bien definido", señaló Wolfgang Kaleck al explicar la razón de la denuncia. "El terror militar no tenía un carácter arbitrario, sino que seguía un objetivo; no sólo la erradicación de las organizaciones guerrilleras, también la destrucción del movimiento obrero organizado con el fin de implementar un nuevo modelo económico bajo la doctrina neoliberal."

Estos crímenes demuestran la actuación de la dirección de la fábrica y los militares en González Catán. En muchas de las industrias, los obreros habían construido sindicatos independientes, muy activos hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976. La dirección de la Mercedes Benz en esa ciudad argentina se había visto obligada a negociar las demandas de los trabajadores, y cuando poco antes del golpe militar despidió a 118 sindicalistas, el personal entró en huelga. 24 días después la empresa tuvo que recontratar a los despedidos, en parte por el secuestro del gerente alemán Heinrich Mentz, por el grupo guerrillero Montoneros, que pidió a cambio de la liberación de Mentz que los despedidos fuesen recontratados, el pago de un rescate y que la empresa ofreciera una "disculpa" por su política anti-obrera.

Después del golpe militar todas las huelgas fueron catalogadas como "terrorismo" y prohibidas, lo que desató una ola represiva contra los sindicatos, que en González Catán comenzó la noche del 5 de enero de 1977.

María Luján Reimer, viuda del desaparecido Esteban Reimer, narra cómo su esposo junto con su colega Hugo Ventura fueron llamados a la sede de la Mercedes Benz en Buenos Aires el día anterior. Ahí negociaron algunas demandas y regresaron a su casa. Esa noche, un comando de nueve hombres armados que dijeron ser miembros del Primer Comando de las fuerzas armada s detuvieron a Reimer y a Ventura. Otros sindicalistas corrieron la misma suerte en sus casas y aún en la fábrica en los siguientes días.

Además del obvio interés de la dirección de la empresa para colaborar con los militares, los testimonios que Weber y Kaleck recolectaron acusan directamente a Juan Tasselkraut. Juan Ratto, el único sindicalista secuestrado que fue dejado en libertad, afirma que Tasselkraut facilitó que policías vestidos de civil operaran en los terrenos de la fábrica. Ratto dijo que en su presencia, Tasselkraut les dio la dirección del sindicalista Diego Nuñez, quien fue detenido la noche siguiente y trasladado al centro de tortura de Campo de Mayo, donde fue asesinado.

Ratto explica su libertad por las condiciones de su detención, de la que responsabiliza a Tasselkraut, pues cuenta que los policías intentaron detenerle afuera de la fábrica para evitar un tumulto, sólo que se llevaron a Juan José Ratto, un compañero con el mismo apellido. Antes de que los policías se dieran cuenta de su error, Héctor Ratto pudo entrar a la fábrica. Ahí, el cuerpo de seguridad le comunicó que su esposa había llamado para decirle que había ocurrido un accidente en su casa, por lo que la sección de personal le permitiría salir sin el permiso correspondiente. "Eso era una trampa, la noche anterior se habían llevado a mi compañero Del Connte y entonces me tocaba a mí", dijo Ratto en entrevista con Gabriela Weber.

Ratto se negó a salir de la fabrica. Juan Tasselkraut le llamó a sus oficinas donde le esperaban dos policías vestidos de civil. Se lo llevaron en un camión de las fuerzas a una comisaría y de ahí al temido centro de tortura Campo de Mayo. Ahí lo torturaron durante dos semanas y lo encarcelaron por dos años. "Es evidente que se debe acusar de este crimen tanto al Estado argentino como a la Mercedes Benz, pues queda claro que l a dirección de la empresa participó tanto en la detención de Ratto como en el asesinato de Diego Nuñez a través de la actuación del gerente Tasselkraut", señala Kaleck, quien asumió la defensa jurídica de Ratto a partir de una visita a Argentina en octubre.

Ya durante un juicio en 1985 los jueces han concedido alta credibilidad a la declaración de Ratto, por lo que será muy difícil para Tasselkraut invalidarla, aunque éste haya afirmado la primavera pasada que Ratto "está totalmente equivocado."

María Ester Ventura, hermana del desaparecido Hugo Ventura, narra que la Mercedes continuó pagando los sueldos de los ocho sindicalistas desaparecidos durante diez años, sin mencionar razón alguna. Para ella es una confesión de culpabilidad, pero Tasselkraut contradice esta interpretación: "Nosotros como empresa, realmente quisimos dar un ejemplo de humanidad."

Kaleck menciona que en octubre no se pudo contactar a Juan Tasselkraut, quien todavía trabaja como gerente de Daimler-Chrysler en Argentina. Según diferentes versiones de trabajadores de la fábrica, salió de vacaciones "por tiempo indefinido" desde principios de ese mes. Los guardias de seguridad que resguardan su casa, afirman que se mudó recientemente.

Los Accionistas Críticos de la Daimler-Chrysler (KADC) pidieron a la dirección de la transnacional que ayude a la fiscalía de Berlín a aclarar "estos hechos increíbles en la sede argentina para evitar un daño a la empresa." El experto jurídico de la KADC, Holger Rothbauer, espera que "el caso Tasselkraut sea un caso único, y no la punta de un iceberg." Rothbauer pide que la empresa garantice "que no hay más cadáveres escondidos en el sótano."

En la sede de la Daimler-Chrysler en Stuttgart a nadie le gusta hablar de l caso. Sus oficinas de prensa han dicho que las acusaciones contra la multinacional son "confusas e insostenibles". Pero admiten: "Si las denuncias resultan en un proceso legal que ponga en duda el comportamient o legal de la compañía, por supuesto que vamos a apoyar a las instancias legales."

Probablemente esto será necesario en los próximos días, pues el abogado Kaleck va a comunicar sus nuevos datos a la fiscalía. Por lo pronto, la Suprema Corte Federal examina la denuncia y está por determinar la fiscalía correspondiente. A la espera de la decisión, Kaleck afirma que la Asociación Republicana de Abogados va a seguir el caso con mucha atención, "pues la denuncia ha tenido un éxito inesperado y ha provocado buenas reacciones políticas y jurídicas; pero ahora corresponde a la fiscalía a entrar en acción."