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Updated: 18.12.2012 15:51 |
Un Torturador Clase S De torturador y secuestrador de niños a jefe de seguridad de Mercedes Benz Artículo de Gaby Weber sobre Rubén Luis LAvallén, lo que fue el primer repressor investigado por secuestro de menores. Ahí esta sentado ante mí, ese montoncito de miseria: Rubén Luis Lavallén, 64 años. Un represor, miembro de las fuerzas de seguridad de la dictadura. Teniendo a su cargo el comando de la Brigada de Investigaciones en San Justo, era él quien decidía sobre vida y muerte y sobre el voltaje con que se aplicaba la picana eléctrica. Hoy por hoy el excomisario se encuentra débil. Hace diez días, a causa de una operación de cáncer intestinal, le vió por vez primera la cara a la muerte. A su propia muerte. La muerte ajena era su rutina. Lavallén vive a tres horas de Buenos Aires. Un cartel indica que su casa está a la venta. Mucho por ella no le darán: la calle sin pavimento, el techo precisaría unos arreglos, el jardín está asolado. Por teléfono ya me había preguntado qué era lo que yo quería de él. Desconfiado el hombre. Si bien las leyes de amnistía impiden la persecución penal de los crímenes contra los derechos humanos en Argentina, el juez español Baltasar Garzón dictó orden de arresto internacional contra él y contra otros cien represores. Lavallén no puede abandonar el país. Recientemente Ricardo Miguel Cavallo, un torturador de la ESMA, fue arrestado en México. Lo mismo le sucedió al exmayor Jorge Olivera en Roma. Presentando una partida de defunción falsificada como prueba de prescripción, Olivera logró librarse de la justicia italiana para inmediatamente regresar a Argentina. Tanto a Olivera como a la jueza que aceptó las pruebas se les atribuyen contactos con la logia secreta P 2. Cavallo continúa detenido en espera de su extradición. Antes los represores daban miedo, hoy bien provocan sólo repulsión. Incluso ciudadanos civiles ya se han ido a las manos con ellos. A pesar de la amnistía, los que antes tenían el poder, hoy tienen que andar a escondidas. Le había asegurado por teléfono a Lavallén que mi interés no se refería a su tarea de comisario en San Justo, sino a su carrera en la Mercedes Benz. Esto último y mi acento alemán lo habían tranquilizado. Me hace pasar por un "living" sombrío. En el corredor cuelgan estampitas religiosas. En una cocina minúscula hay dos sillas viejas y una mesita. Me ofrece mate. Antes era rubio, ahora su pelo es gris; mentón pronunciado, ojos verdes punzantes. Un tipo flaco. ¿Qué por qué se mudó a la Pampa? Su familia vive aquí, sus hermanos son policías. Un hermoso oficio donde uno puede hacer muchas cosas buenas. Aunque también cosas malas. Desde su retiro de la Mercedes trabaja en servicios de vigilancia privada. La relación laboral habría sido disuelta de común acuerdo mediante una generosa indemnización y un certificado laboral, fechado el 5 de abril de 1984, que reza: "...fue merecedor de un concepto laboral óptimo." ¿Las razones de su renuncia? Bueno, aquella cuestión... Cuenta que habían aparecido unos periodistas en el portón de la Mercedes haciendo preguntas engorrosas. La empresa quiso evitar titulares negativos. Algo comprensible, según él. En aquel entonces, a principios de 1984, Argentina recién se había democratizado. Había comenzado la revisión de los crímenes cometidos por los militares. Entre ellos, fue Lavallén el primer represor investigado por secuestro de menores. Según una de las abuelas de la Plaza de Mayo él ha asesinó a su hija y crió a la hija de ella, Paula, como suya propia. Esta sospecha fue confirmada y Lavallén fue condenado a cuatro años de reclusión, de los cuales cumplió un año y ocho meses en prisión. La amnistía no ampara el secuestro de niños. Pero él no quería hablar de eso. ¿Qué es lo que yo quería de él? Entonces le cuento que en Alemania se está llevando a cabo una investigación contra Mercedes Benz, actualmente Daimler Chrysler. La Asociación Republicana de Abogados hizo una denuncia penal por complicidad en 13 casos de asesinato. Se sospecha que la empresa señaló como subversivos a los delegados del gremio, ante los militares de la dictadura, lo cual equivalía a una sentencia de muerte. Me reservo que esta sospecha se basa en mis propias investigaciones, por las que soy testigo de la Fiscalía de Nuremberg. Dice que obtuvo su puesto de trabajo por medio del director de Mercedes, el señor Pedro Elías, a quien conoce desde fines de los años sesenta. Que nunca tuvo nada que ver con la lucha antiterrorista. Él no podría matar ni a un pajarito. Yo no pregunté por pajaritos. ¿Cómo es que llegó a Paula, la hija de desaparecidos? Se le humedecen los ojos. Sobre eso no quiere hablar. Luego del golpe militar desaparecieron por lo menos trece delegados izquierdistas del gremio de Mercedes. Los arrancaban de noche de sus camas y los llevaban a los centros de tortura. Luego los tiraban al mar desde un avión. Según el informe gubernamental "Nunca Más", la mayoría de los 30.000 desaparecidos eran trabajadores. La meta era la destrucción del movimiento obrero. Solamente dos delegados sobrevivieron la tortura y la prisión: Héctor Ratto y Juan José Martín. A Martín lo arrestaron en su puesto de trabajo y lo llevaron a la Comisaría de San Justo, donde era jefe Lavallén. Lo torturaron con descargas eléctricas preguntando por qué incitaba a sus compañeros de trabajo. Lo soltaron después de 19 días. Al regresar a casa encontró un telegrama de su empleador instándolo a que se tomase unos días de licencia. Al delegado Héctor Ratto la empresa trató de hacerlo salir del recinto diciéndole que su mujer había sufrido un accidente y que debería ir a verla. Ratto se negó. En su presencia el jefe de producción, Tasselkraut, entregó a la Policía la dirección de Núñez, otro compañero. A Núñez lo secuestraron esa misma noche. Nunca más apareció. Ratto fue detenido por soldados y terminó en la Brigada de San Justo. Allí mandaba Lavallén, sus subordinados cumplían las órdenes. El Dr. Norberto Liwski escuchó varias veces su nombre mientras lo torturaban en la Brigada San Justo. El doctor fue secuestrado por querer instalar una policlínica en una villamiseria. Más adelante fue testigo de la acusación en el juicio contra los comandantes de la Junta. Actualmente es director de la organización civil de los médicos CODESEDH. Como jefe de la Brigada, Lavallén colaboró con Mercedes Benz. La empresa quedó agradecida por sus "fieles servicios". David Filk, miembro directivo de Mercedes Benz Argentina hasta principios de los años ochenta, recuerda que el tema Eichmann era un "tabú absoluto en la empresa". Adolf Eichmann, uno de los arquitectos de holocausto, ocupaba su puesto de trabajo en la empresa cuando fue secuestrado por el servicio secreto Mossad. Eichmann fue sentenciado a muerte en Israel por crímenes de lesa humanidad. Claudio y Mónica Logares estaban detenidos en San Justo. Fueron arrestados por soldados en Uruguay en mayo del 78. A su pequeña hija Paula también le pusieron capucha. Fueron llevados a Argentina, a la Brigada de San Justo. Desde entonces Claudio y Mónica están desaparecidos. El comisario Lavallén, quien no tiene hijos propios, se llevó a Paula. Con documentación falsa la registró como hija suya. Paula se crió con él, con su esposa Raquel y tres hijos del matrimonio anterior de Raquel. El centro de tortura de San Justo fue desmantelado en 1978, los presos fueron distribuidos en otras penitenciarías. Lavallén, con Paula de apenas 23 meses, se puso en busca de una nueva ocupación. El 1º de julio le encargaron la seguridad y vigilancia de la fábrica Mercedes Benz. Era un puesto muy bien remunerado. El director Elías explicó más adelante abiertamente que: "Lo contratamos porque nos pareció un policía activo, eficiente y honorable". Un claro mensaje para todo el personal. Ramón Segovia, casi veinte años de trabajo en Merecedes, dice: "Asesinaron a los delegados izquierdistas, nombraron a un represor como jefe de seguridad; nadie más abrió la boca". Mientras tanto la abuela de Paula reunía información. Presentó la denuncia contra Lavallén en cuanto los militares se retiraron a los cuarteles. Fue el primer caso de denuncia de secuestro de niños en centros de tortura. Fue también el primer caso donde se probó genéticamente el parentesco por el ADN. Ana María di Lonardo, ya entonces directora del Banco Genético del Hospital Durand, recuerda claramente su primer investigación. Por las actas sólo se sabía que el presunto padre era comisario. Pero en lugar de una identificación se limitó a presentar una tarjeta de Mercedes Benz: "Señora doctora, estamos a su disposición por cualquier cosa que necesite". No le ofreció directamente una limosina clase S, pero ella en sin responder se puso a trabajar. Resultado: Paula es la nieta de Elsa Pavón, a quien se le dio la tenencia en diciembre de 1984. Paula hoy tiene 23 años y está recién casada. Pronto tendrá sus propios hijos. El tiempo que vivió con la familia Lavallén lo borró de su memoria. Al menos eso intenta. Rubén Lavallén también quiere aliviar su memoria. Alega que cumplió con su deber, que fue un buen policía. Le pregunto al ex-comisario si los delegados desaparecidos habían sido guerrilleros. Él sonríe. Contesta: no, por supuesto que no. Al despedirme me dice que es un hombre solitario. Que su mujer lo abandonó. A ella también la condenaron a tres años de prisión en suspenso por la apropiación ilegal de Paula. Raquel, nacida en Uruguay, podría declarar sobre los secuestros sistemáticos de niños por parte de los militares y también sobre la acción conjunta de Mercedes Benz y la represión en la eliminación de sindicalistas de izquierda. Sería oportuno preguntarle sobre estos temas. Hoy
por hoy - sugún me contó su hijo en Montevideo - ella vive
con su hija mayor, cuidando a los nietos, en Barcelona. |