LOS DESAPARECIDOS DE MERCEDES BENZ

- de Gaby Weber -

Cuando se habla de la violación de los derechos humanos durante las dictaduras militares, se habla normalmente sobre los militares que torturaron y asesinaron. No se habla de los intereses económicos y las industrias involucradas a pesar del hecho que eran ellos que aprovecharon el cambio del rumbo económico en América Latina. Gaby Weber investigó el caso de los desaparecidos de la Mercedes Benz en Argentina.

A principios de los años 70 los sindicalistas y los estudiantes habían conquistado en Argentina un amplio espacio político. Los trabajadores acrecentaron las luchas, también en la fábrica de Mercedes, en González Catán, un suburbio de Buenos Aires. Mientras el sindicato oficial de los trabajadores de la industria automotriz, SMATA, apostaba a la cooperación con la dirección de la empresa, en la fábrica Mercedes Benz fue votado una Comisión Interna independiente. En marzo de 1976, se produjo el golpe de estado y los generales asesinaron cerca de 30.000 adversarios del régimen. Las direcciones de las empresas aprovecharon la situación favorable y entregaron sindicalistas de izquierda a los militares.

Incluso nueve meses después del golpe de estado, en la fábrica Mercedes seguía dando la pauta la Comisión Interna izquierdista. María Luján Reimer recuerda que muchos compañeros, temiendo por sus vidas, dejaron de trabajar en la empresa. Su marido Esteban seguía siendo el vocero de los 3000 trabajadores.

María, que hoy tiene 55 años, fue llamada la "Juana de Arco de la Mercedes". En el 1975, su marido y 118 compañeros fueron despedidos con el permiso del sindicato SMATA. Los trabajadores se mantuvieron 24 días en huelga y las esposas, encabezadas por María Luján, organizaron ollas populares en la puerta de la empresa y bloquearon la caretera, para recabar fondos para la caja sindical. La firma tuvo que anular los despidos, porque el grupo guerrillero "Montoneros" habia secuestrado al jefe de la empresa Heinrich Metz, enviado desde Alemania. Daimler-Benz tuvo que pagar por su liberación un rescate millonario, y fue obligado a pedir disculpas por su "Política contraria a los trabajadores" mediante avisos en la prensa internacional. Pocas semanas después los militares tomaron el poder.

Los dos voceros de la Comisión Interna, también llamada "grupo de los nueve", Esteban Reimer y Hugo Ventura, fueron citados para comparecer el 4 de enero de 1977 en la central de la empresa en Buenos Aires, en la avenida Libertador, informa la señora Reimer. Llevaron consigo una larga lista de reivindicaciones: "De noche me contó mi marido, que las conversaciones con los ejecutivos habrían tenido un carácter armónico. Todas las reivindicaciones fueron aceptadas. Eso es sospechoso, dijo. ¿Por qué, luego de luchas tan enconadas, de repente conceden sin resistencia las demandas de los trabajadores?"

Esteban Reimer llevó su hija de un año a la cama, mientras su esposa, embarazada de cinco meses, lavaba la vajilla. A la una de la madrugada golpearon contra las ventanas: "Policía". A penas abrieron la puerta, nueve hombres armados se precipitaron a la vivienda. Venimos en nombre del primer Comando del Ejército, dijeron. Apareció una lista y preguntaron, si él se llamaba Reimer. Cuando dijo que sí, le mandaron vestirse y que los acompañara. Hicieron una revisación de la casa, tiraron libros y discos al suelo y rompieron una foto de Eva Perón. Antes de retirarse borraron el nombre "Reimer" de la lista.

La señora Reimer buscó a su marido en las comisarías de las inmediaciones. Pero nadie admitió haberlo visto. A la mañana siguiente fue a la parada del ómnibus, donde esperaban sus compañeros de trabajo. En este día se había convocado una asamblea para informar acerca de las conversaciones sobre los sueldos, que tuvieron lugar en la víspera. "No quisieron ir a la fábrica", dijo la señora Reimer, "porque ya habían sido detenidos varios trabajadores, de los cuales no hubo más señales de vida. La dirección de la empresa se comprometió a preocuparse acerca del destino de mi marido y del otro integrante de la Comisión Interna, Ventura, que también había sido secuestrado durante la noche."

La hermana de Ventura confirmó este relato de los hechos. Ella iba, luego del secuestro de su hermano, a la dirección de la empresa, en la avenida Libertador. Allí, informa, encontró a las mismas personas que el día anterior habían negociado con su hermano acerca de sueldos y turnos. Pidió a estas personas, que se presentaran ante las autoridades para hacer una solicitud de averiguación del paradero de su hermano, una demanda de Habeas Corpus. En lugar de ocuparse de la suerte de los trabajadores secuestrados, le preguntaron acerca de contactos de su hermano. Hugo Ventura y Esteban Reimer seguían "desaparecidos". No obstante, Mercedes Benz pagó durante casi diez años el sueldo a los familiares.

María Ester Ventura nunca obtuvo una explicación oficial del porqué de estos pagos. En su opinión la firma asumió con esto una parte de la responsabilidad respecto del asesinato de los trabajadores. "No afirmo que era dinero para que se guardara silencio. ¡Pero la Mercedes tenía culpa! ¿Quién entregó los nombres y las direcciones? Relata María Ester Ventura que los militares quisieron detener a su hermano primero en la casa vecina, porque era esta la dirección que éste había comunicado a la dirección de personal. Además, los militares preguntaron por "Victor Hugo" , pero sus amigos lo llamaban "Hugo". Solo en la empresa lo llamaban "Victor Hugo".

No todos los parientes de los "desaparecidos" de Mercedes Benz, quieren hablar hoy de los acontecimientos. Dicen que ha pasado mucho tiempo y los culpables andan sueltos. La generosidad financiera de la "Welt AG" (el "mundo", Sociedad Anónima), como se hace llamar hoy Daimler-Chrysler, es posiblemente otra razón para su silencio. Ahí está. por ejemplo, Juana Vizzini que vive actualmente en las afueras de Buenos Aires. Luego de insistentes toques del timbre aparece en la puerta enrejada de su modesta vivienda. No quiere dar una entrevista, y no me franquea la entrada. Pero cuenta que estuvo embarazada, cuando detuvieron a su marido. Su hijo Fabio nació huérfano. Mercedes no solo siguió pagando durante años el sueldo, sino que financió también el estudio de Fabio. Su hijo trabaja en la empresa. Yo debería comprenderlo.

Durante la dictadura militar "desaparecieron" en Argentina 30.000 personas. Los militares no buscaban solamente la aniquilación de la guerrilla sino también la liquidación del movimiento obrero. "Las secciones para asuntos del personal, trabajaron estrechamente unidas con los militares", dice Héctor Recalde, un abogado en derecho laboral de Buenos Aires. "Sindicalistas molestos, que actuaron insistentemente a favor de sus compañeros fueron declarados "subversivos", lo que equivalía a ser liquidados".

La Comisión por los Derechos Humanos CONADEP describe el "caso ejemplar" de Ford: en el area de la empresa fueron torturados integrantes de la Comisión Interna de la fabrica y transportados en vehículos de la firma a los centros de tortura. Más tarde fueron despedidos por "ausentismo no autorizado del lugar de trabajo" Después de la dictadura la Ford fue demandada y tuvo que pagar los sueldos atrasados. La sentencia entró en vigor.

Los Generales consideraban al movimiento obrero como "quinta columna" del comunismo internacional, cuya liquidación, asì como el asesinato de sindicalistas, servía en su opinión a la defensa de la civilización occidental contra los "agentes del reino del mal". Luego del golpe de estado, las huelgas fueron declaradas "ilegales" y quien paralizaba el trabajo, era un "terrorista". No se sabe cuantos obreros de la empresa Mercedes-Benz fueron secuestrados entre abril de 1976 y agosto de 1977, y llevados a los centros de torturas y asesinados allí. Por los menos trece, probablemente más de veinte. Se impone la sospecha de que en aquel momento la empresa pudo diferenciar con precisión quiénes de sus trabajadores que no concurrieron a sus puestos de trabajo, fueron detenidos y asesinados y quién pasó a la clandestinidad o fugó. ¿De dónde obtuvieron esta información?

Ahí está, por ejemplo, la persona que fungía de contacto del "Partido Revolucionario de los Trabajadores" (PRT), Ricardo Hoffmann. Hoy edita el periódico del PRT "El Combatiente", una pequeña publicación mimeografiada: "ni uno solo de los desaparecidos de Mercedes era guerrillero", dice, "eran los miembros de la comisión interna". El último día de trabajo de Hoffmann fue el 18 de mayo de 1977. Luego se fue, siguiendo "la indicación del Partido" al exilio italiano. Por consideraciones de seguridad, vivió las últimas semanas en la fábrica. Su vivienda fue allanada, y lo querían detener en la puerta de la empresa. Luego de su huida ha sido despedido y le fueron suspendidos los pagos de los sueldos por "ausencia no autorizada del lugar de trabajo".

Poco antes de irse al exilio, recuerda Hoffmann, fue detenido en su lugar de trabajo su compañero Martín. Tres mil trabajadores manifestaron durante dos días y dos noches ante el cuartel de La Tablada, exigiendo su liberación. Esto le salvó la vida a Martín.

Pocos días después, el 12. de agosto de 1977, debería ser detenido Héctor Ratto. Para evitar revuelo, como en el caso de Martín, la detención se haría al entrar a la fábrica y no en su lugar de trabajo. Pero los policías no detuvieron a Héctor Ratto sino a Juan José Ratto a quien encapucharon y esposaron, hasta que reconocieron su error. Héctor Ratto ya había entrado a la fábrica. "El director de la empresa Tasselkraut pidió que concurriera a su despacho, donde había dos policías en civil. En mi presencia el director les entregó la dirección de Diego Núñez. Era claro que Tasselkraut quería evitar disturbios en la fábrica y demoró mi detención. De noche vinieron dos camiones del Ejército y me llevaron."

El obrero Núñez fue detenido la misma noche en su casa; lo llevaron al Campo de Mayo donde lo asesinaron. Su caso fue planteado en 1985 durante la instrucción judicial, "el proceso del siglo", contra los comandantes de la Junta. Por primera vez militares sudamericanos tuvieron que responder ante un Juzgado civil por sus atropellos. La opinión pública mundial estuvo presente en el juicio y los diarios informaban ampliamente. También Héctor Ratto y varios compañeros de trabajo fueron citados como testigos de la acusación e hicieron constar en actas la detención de Ratto. La empresa Mercedes Benz no contradijo el relato de los hechos. El caso de Ratto está documentado en folios 470 de la fundamentación de la acusación, el caso de Diego Núñez en folios 471. Los jueces estimaron que la declaración de Ratto era creible y fundamentaron en ella y otras la condena de los comandantes.

Que Héctor pudiera sobrevivir, se debe a la circunstancia, de que los militares lo detuvieron publicamente en su lugar de trabajo. Los otros consejeros sindicales desaparecieron de noche, y fueron secuestrados en sus casas por hombres de civil. Mercedes Benz desconocía la dirección de Ratto, dado que se casó poco antes y no había informado a la empresa su dirección. "Seguramente eso me ha salvado", dice Ratto.

Ratto fue puesto en libertad en marzo de 1979. Hoy tiene 52 años. Sus amigos de la fábrica fueron asesinados y él sufre a causa del sentimiento de culpa del que sobrevive. No hizo valer su derecho a una reparación financiera por la detención ilegal. Sus brazos, que luego de los electroshocks que se le aplicaron en Campo de Mayo, estaban paraliticos, ahora ya los puede mover, pero no como antes. Durante seis días en la semana trabaja en una pequeña empresa metalúrgica, que está amenazada de bancarrota. No pudo obtener su lugar de trabajo en la empresa alemana de automóviles. Ahí predomina nuevamente el sindicato complaciente con los empresarios.

El jefe de la empresa, Juan Tasselkraut, está nuevamente al frente de la producción de camiones. Aquellos años, dijo Tasselkraut durante una entrevista en las oficinas de la dirección de Mercedes Benz en Buenos Aires, fueron tiempos movidos. Pasó angustias de muerte y acudió al servicio de guardaespaldas. "Es fácil de imaginar lo que Ratto declaró (en el proceso contra los comandantes)". Desde entonces no ha visto más a Ratto. En Argentina predominó el caos, por eso el golpe de estado era necesario. Dos ejecutivos, enviados desde la casa matriz fueron secuestrados y en la fábrica andaban obreros armados. Pero, dice Tasselkraut, los detenidos deberían haber sido juzgados por un tribunal, quizás por un tribunal militar, no deberían haber sido asesinados.

Tasselkraut niega vehementemente la declaración de Ratto de que él hubiera proporcionado a los policías la dirección del obrero Diego Núñez. Eso es una "demencia", dijo, "este joven está absolutamente equivocado. Conscientemente mantuvo estas conversaciones en presencia del jefe del personal". Mercedes no ha cooperado con los militares: "pero si el señor Ratto quiere afirmar que la dirección de la empresa estuvo en contra de que hubiera operarios armados en la fábrica, entonces debo respondo con un "si" categórico.

Pregunta a Tasselkraut: ¿entonces sabía que los militares sometían a torturas y mataban a los obreros detenidos por ser "subversivos?" "Sí, quién conocía más o menos a Argentina, tenía claro, que contrariamente a todo derecho humano, allí se eliminaba gente". El hecho de haberse continuado el pago de los sueldos de los obreros desaparecidos, no es un reconocimiento de culpa: "Nosotros, como empresa, queremos realmente presentarnos como un ejemplo, en asuntos humanos".

- tradución Guillermo Israel -

publicado en Brecha el 10.09.1999