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La violación sistemática de los derechos humanos no fue producto de "excesos" cometidos por algunos militares sádicos, sino la consecuencia de una lógica económica. Fueron los empresarios quienes ganaron con los crímenes, aunque no se ensuciaran directamente las manos. La industria, unida con consorcios extranjeros, pudo atesorar de este modo ganancias astronómicas. Las empresas obtuvieron tranquilidad interna, pues aquél que exigiera aumento de salario o protestara, era calificado automáticamente de "subversivo": Gaby Weber investigó el caso de la Mercedes Benz. Durante la dictadura desaparecieron por lo menos trece miembros de la Comisión Interna sindical de la Mercedes Benz en Argentina (1).
En este momento hay dos tentativas jurídicas para probar la complicidad de la industria con los genocidas. La primera, tiene lugar en Alemania, la segunda en Argentina.
En Alemania, basada en la investigación periodística, la "Asociación Republicana de Abogadas y Abogados" (RAV) presentó en setiembre del 1999 una denuncia penal por asesinatos, secuestros y lesiones graves contra ex miembros de la Junta Militar, contra el entonces jefe de producción de la sucursal de Mercedes Benz en González Catán, Provincia Buenos Aires, Juan Tasselkraut, y contra otros responsables desconocidos de Daimler Chrysler en la empresa matriz en Untertuerkheim, Alemania. Mientras la denuncia penal no se acceptó contra Daimler Chrysler en Alemania, la justicia alemana abrió la causa contra la sucursal de la empresa en González Catán y el entonces y actual gerente de la empresa Tasselkraut (2)
En Argentina, Juan Carlos Capurro, abogado del Comité de Acción Jurídica adherido a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), presentó en noviembre del 2000 el caso de la Mercedes a la Secretaría de los Derechos Humanos en Buenos Aires. Capurro representa a los ex trabajadores de la empresa que desde hace pocos meses se re-encuentran y discuten los hechos de aquella época (3). Capurro pedirá al gobierno argentino que sea indagado el proceder criminal en la poderosa fábrica alemana de automotores y que se pague una indemnización a los delegados sindicales sobrevivientes. El abogado destaca que la empresa, hasta l986, siguió pagando a la mayoría de las esposas de los desaparecidos los sueldos de sus maridos y, posteriormente, les entregó una indemnización como si hubieran trabajado hasta este momento. Nunca le fue presentado - como indica la ley - ningún certificado de defunción, reclamo hereditaro o autorización judicial.
Este comportamiento de la empresa es único en Argentina, destaca Capurro. La Ford por ejemplo, donde despues del golpe los integrantes de la comisión interna fueron llevados en camiones de la fábrica a los campos de tortura, mandó inmediatamente telegramas, intimandoles que se presenten en el lugar de trabajo, sino serían despedidos. La empresa alemana, sin embargo, no mandó telegramas a los trabajadores que fueron llevados por las fuerzas represivas, y siguía pagandole los sueldos. Sin embargo, no hacía lo mismo con aquellas familias de trabajadores que tuvieron que dejar la fábrica para evitar la represión. "Uno se pregunta de que fuente disponía la empresa para poder distinguir entre los que no se presentaban al trabajo, que operarios fueron detenido y llevados a un centro de tortura y quienes no fueron detenidos?" pregunta Capurro.
¿Para los familiares, esos pagos no eran actos de piedad o una inversión para silenciar denuncias y adormecer conciencias? El hecho es que ellos hoy en día no están interesados en su mayoria que se revuelven estas cosas. El caso Mercedes ha sido un silencio en Argentina hasta hace poco. Los familiares tienen una mala experiencia tras haber recibido estos pagos por la empresa que muchos responsabilizan como partícipes de lo ocurrido a sus seres queridos, aceptaron estos pagos con cierta verguenza. Al hijo del activista sindical asesinado, Vizzini, la empresa le dió la posibilidad de una formación profesional en Stuttgart. Desde hace muchos años, este operario está trabajando en la planta de González Catán. "No puedo hablar", explica su madre, Juana Vizzini. Ella tambien cobró el sueldo de su marido hasta el año 1986.
En la filial de Mercedes Benz de González Catán, se creó a partir de 1974 una Comisión Sindical, independiente del sindicato oficial SMATA. Juan Martín era el vocero de la Comisión. Con el consentimiento de SMATA, la empresa despidió definitivamente y sin previo aviso, a Martín y a otros 115 trabajadores. Luego del secuestro del jefe de producción Heinrich Metz por los Montoneros, se dio marcha atrás en los despidos. Pero la situación cambió, cuando se produjo el golpe de Estado. Ya no hubo seguridad para nadie y quien, como Martín, seguía luchando por los derechos de los trabajadores, se exponía a duras represalias.. Narra Martín: "Exigimos que los trabajadores integrasen las correspondientes escalas salariales, según sus tareas. En tareas que se realizan con máquinas insalubres, no debe sobrepasarse una determinada cantidad de horas de trabajo. Pero la empresa no quería saber nada de eso e ignoraba el pago suplementario por el trabajo nocturno. En consecuencia, resolvimos negarnos a hacer horas extra."
Luego del golpe de Estado, también fueron prohibidas las huelgas y negarse hacer horas extra equivalía a una abierta rebelión, detrás de la cual los militares veían una organización dirigida desde Moscú y La Habana o por el "Comunismo Internacional". Frente a las fábricas de automóviles, se apostaron soldados armados con fusiles que tenían listas con los nombres de los sindicalistas. En la empresa Ford los militares maltrataron a los delegados sindicales, llevándolos más tarde en vehículos de la empresa a centros de torturas. Pero en tanto los delegados secuestrados de la Ford sobrevivieron a las torturas y a la prisión, casi todos los delegados de Mercedes fueron asesinados.
Cinco semanas después del golpe de Estado, Martín fue detenido en su lugar de trabajo. En la comisaría de San Justo fue sometido a un interrogatorio: "Me preguntaron, por qué le creaba problemas a mis superiores, por qué luchaba por los derechos de los trabajadores y si conocía a terroristas. Para muchos interrogantes no tenía respuestas, pero respondía a sus preguntas respecto de la situación en la empresa Mercedes. Me torturaron con la picana eléctrica. Sentí que mi cerebro volaba. Quería reconocer todo, con tal que eso terminara. Pero, yo no conocía ningún terrorista. ¿ Qué podía hacer?"
Entre tanto los trabajadores se movilizaron, concentrándose ante el cuartel de La Tablada, en el cual suponían que se encontraba Martín, y exigieron su liberación. En plena dictadura, con esta acción arriesgaron sus vidas. Esta resistencia masiva no fue registrada por la prensa. Dos largos días se mantuvo el campamento frente al cuartel y con esta valiente actitud le salvaron la vida a Martín, quien fue puesto en libertad, sin explicación alguna,.luego de diecinueve días de prisión, "Cuando volví a la fábrica, todos los compañeros salieron a la calle, para saludarme. ¡Cuatro mil trabajadores! Los ojos se me llenaron de lágrimas."
Martín no quiso seguir en la fábrica y solicitó una indemnización. El jefe de personal le dijo que no había ningún problema para que él continuara trabajando en la empresa, pues de acuerdo a lo que pudieron averiguar, él era el "obrero más limpio" de toda la empresa. No aclaró cuál fue su fuente de información.
Martín sufrió las consecuencias de las torturas, perdiendo la capacidad de concentración. Finalmente, la Mercedes accedió al despido de Martín y le pagó una pequeña indemnización.
Esteban Reimer y Hugo Ventura seguían a Martín en la Comisión Interna, en el "grupo de los nueve", como era llamado. Reimer y Ventura fueron citados para comparecer el 4 de enero de 1977 en la central de la empresa en Buenos Aires, en la avenida Libertador, informa la María Luján Reimer. Llevaron consigo una larga lista de reivindicaciones: "De noche me contó mi marido, que las conversaciones con los ejecutivos habrían tenido un carácter armónico. Todas las reivindicaciones fueron aceptadas. Eso es sospechoso, dijo. ¿Por qué, luego de luchas tan enconadas, de repente conceden sin resistencia las demandas de los trabajadores?"
Esteban Reimer llevó su hija de un año a la cama, mientras su esposa, embarazada de cinco meses, lavaba la vajilla. A la una de la madrugada golpearon contra las ventanas: "Policía". A penas abrieron la puerta, nueve hombres armados se precipitaron a la vivienda. Venimos en nombre del primer Comando del Ejército, dijeron. Apareció una lista y preguntaron, si él se llamaba Reimer. Cuando dijo que sí, le mandaron vestirse y que los acompañara. Hicieron una revisación de la casa, tiraron libros y discos al suelo y rompieron una foto de Eva Perón. Antes de retirarse borraron el nombre "Reimer" de la lista.
La señora Reimer buscó a su marido en las comisarías de las inmediaciones. Pero nadie admitió haberlo visto. A la mañana siguiente fue a la parada del ómnibus, donde esperaban sus compañeros de trabajo. En este día se había convocado una asamblea para informar acerca de las conversaciones sobre los sueldos, que tuvieron lugar en la víspera. "No quisieron ir a la fábrica", dijo la señora Reimer, "porque ya habían sido detenidos varios trabajadores, de los cuales no hubo más señales de vida. La dirección de la empresa se comprometió a preocuparse acerca del destino de mi marido y del otro integrante de la Comisión Interna, Ventura, que también había sido secuestrado durante la noche."
La hermana de Ventura confirmó este relato de los hechos. Relata María Ester Ventura que los militares quisieron detener a su hermano primero en la casa vecina, porque era esta la dirección que éste había comunicado a la dirección de personal. Además, los militares preguntaron por "Victor Hugo" , pero sus amigos lo llamaban "Hugo". Solo en la empresa lo llamaban "Victor Hugo". Ella iba, luego del secuestro de su hermano, a la dirección de la empresa, en la avenida Libertador. Allí, informa, encontró a las mismas personas que el día anterior habían negociado con su hermano acerca de sueldos y turnos. Pidió a estas personas, que se presentaran ante las autoridades para hacer una solicitud de averiguación del paradero de su hermano, una demanda de Habeas Corpus. En lugar de ocuparse de la suerte de los trabajadores secuestrados, le preguntaron acerca de contactos de su hermano.
En los meses siguientes, fueron asesinados por lo menos trece delegados sindicales. No fueron detenidos en la empresa, sino de noche en sus casas, evitando de esta manera el tumulto y la resistencia de los trabajadores en la fábrica. Sólo Héctor Ratto pudo evitar la detención nocturna, por haberse casado recientemente y desconocer la empresa su nueva dirección. Ratto supone que esta circunstancia le salvó la vida.
La Policía trató de detenerlo el 12. de agosto de 1977 en la puerta de la fábrica. Pero en lugar de a Héctor Ratto detuvieron a Juan José Ratto, a quien encapucharon y esposaron en el Puesto de Seguridad a la entrada de la empresa. Cuando se dieron cuenta de su error, Héctor Ratto ya había ingresado a su lugar de trabajo. El Servicio de Vigilancia y el jefe de producción Juan Tasselkraut trataron de que saliera de la planta, comunicándole que su esposa había tenido un accidente y lo esperaban en su casa. Ratto dió cuenta de la trampa, dado que la noche anterior habían secuestrado a su colega Del Connte en su domicilio. Ratto declaró más tarde en el juicio contra los comandantes de la Junta, que la Policía obtuvo a través de Tasselkraut la dirección del obrero Diego Núñez, que en la noche siguiente fue detenido en su casa, para ser llevado al centro de torturas de Campo de Mayo, donde fue asesinado.
A Héctor Ratto lo retiraron de la empresa en la tarde del 12 de agosto, con dos camiones del Ejército. La resistencia de los trabajadores ya se había debilitado bastante por las desapariciones anteriores; su empuje había disminuido. Lo llevaron al cuartel de Campo de Mayo, donde reconoció las voces de sus colegas Gigena, Del Connte, Mosquera y Leichner. Ratto recobró su libertad, un año y medio después de su detención. El, junto con Martín, son testigos de la fiscalía alemania de Nuremberg en la investigación contra la Mercedes Benz.
Ricardo Hoffmann, en aquella época enlace de la guerrilla Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en la empresa Mercedes, dijo que "ninguno de los desaparecidos de la Mercedes perteneció a la guerrilla. Eran sólo sindicalistas". Cuando Hoffmann no se presentó el 18 de mayo de 1977 en su lugar de trabajo, la Mercedes lo despidió por "abandono no autorizado", como indican las leyes laborales argentinas. Obviamente, la empresa distinguía exactamente entre quienes estaban detenidos en campos de concentración y quienes pasaron a la clandestinidad. Los que se ocultaron fueron despedidos y a los desaparecidos les siguieron pagando los sueldos durante diez años.
Hoffmann pudo emigrar a Italia utililizando dinero y relaciones del PRT. Los otros delegados sindicales carecían de estos recursos y no podían abandonar a sus familias. Fueron detenidos en sus casas y los desaparecieron.
En Berlín, pregunté al entonces director de la fábrica, enviado desde Alemania, Klaus Oertel. El acordaba perfectamente los desaparaciones. Suponía que los secuestradores de su colega Heinrich Metz o quienes les facilitaron la información eran trabajadores de la empresa: "no me cabe ninguna duda", dice. La empresa y en entonces jefe de produción, Juan Tasselkraut, niegan su colaboración con las fuerzas represivas.
Tasselkraut sigue trabajando en la Daimler Chrysler en Buenos Aires. Mientras Oertel se fue de Argentina fin del ano 1977, se jubiló y vive en los EEUU.
Smata no hizo nada para proteger a los integrantes del "grupo de los nueve". Ellos eran considerados como opositores a la linea oficialista del sindicato. Cuando inicié la investigación, pregunté en Smata en el partido de la Matanza sobre el caso de los desparecidos de la Mercedes. Ellos recordaron inmediatamente el caso pero no querián hacer ninguna declaración, me recomendaron dirigirme a la empresa misma "donde está toda la documentación". Me fui a la central de Smata en la calle Belgrano, donde en el hall de entrada hay una placa grande, recordando al compañero Dirk Kloostermann, asesinado por Montoneros. En el departamento de prensa pregunté por la otra placa, recordando a los que fueron asesinados por su actividad gremial. Había subversión en aquella época, me dijeron, los desaparecidos no fueron asesinados por ser militantes de Smata.
La comisión interna de la Mercedes en González Catán sigue siendo controlada hasta hoy en día por Smata. Ya no hay resistencia contra ellos. "Como podía haber? - pregunta Ramón Segovia, casi veinte años de trabajo en Merecedes: "No solamente asesinaron a los delegados izquierdistas, tambien nombraron a un represor como jefe de seguridad; nadie más abrió la boca".
Se refiere a Rubén Luis Lavallén, hoy 64 años. Teniendo a su cargo el comando de la Brigada de Investigaciones en San Justo. Ahi fueron llevados trabajadores detenidos de la Mercedes Benz.
Este campo de tortura clandestino fue disuelto en junio del 1978. Los últimos presos eran Claudio y Mónica Logares y su hija Paula. Claudio y Mónica están desaparecidos. El comisario Lavallén se llevó a Paula de apenas 23 meses. Con documentación falsa la registró como hija suya. Y se puso en busca de una nueva ocupación. El 1º de julio le encargaron la seguridad y vigilancia de la fábrica Mercedes Benz. Era un puesto muy bien remunerado. El director Elías explicó más adelante abiertamente que: "Lo contratamos porque nos pareció un policía activo, eficiente y decente".
Lavallén fue el primer represor investigado por secuestro de menores y los periodistas empezaron a aparecer en las puertas de la fábrica. Mercedes disolvió el acuerdo laboral mediante una generosa indemnización y un certificado laboral, fechado el 5 de abril de 1984, que reza: "...fue merecedor de un concepto laboral óptimo." Mas tarde, Lavallén fue condenado a cuatro años de reclusión, de los cuales cumplió veinte meses.
Daimler Chrysler, el mayor complejo industrial europeo, hoy en día prefiere no hablar sobre aquellos acontecimientos. "Pasaron muchos años", explica el Director del departamento "Corporate Communication". Pueden haber hecho una investigación interna sobre los hechos. No lo hicieron. Se pueden haber disculpado por el hecho que bajo de tu techo pasaron crimenes terribles. Tampoco lo hicieron. Apuestan a que la prensa grande no va a hablar mal de su cliente para no perder los avisos. No se equivocaron.
(1) Caddeo, Ruben Oscar, desaparecido 5 de abril
76
Grieco, Miguel, desaparecido 14 de diciembre 76
Vizzini, José, desaparecido 14 de diciembre 76
Reimer, Esteban, desaparecido 5 de enero 77
Ventura, Victor Hugo, desaparecido 5 de enero 77
Grossi Charles del Carmen, desaparecido 5 de agosto 77
Del Connte, Fernando Omar, desaparecido 12 de agosto 77
Belmonte, Hector desaparecido agosto 85
Núñez, Diego Eustaquio, desaparecido 13 de agosto 77
Gigena Alberto , desaparecido 13 de agosto 77
Mosquera, Juan José desaparecido 17 de agosto 77
Arenas Alberto Francisco desaparecido 19 de agosto 77
Leichner Jorge Alberto desaparecido 14 agosto 77
(2) numero de la causa, fiscalía Nürnberg 407 Js 41063/98
(3) Están preparando una homepage en el internet: www.losnueve.com.ar o www.losnueve.org
LabourNet Germany: http://www.labournet.de/
LabourNet Germany: Treffpunkt für Ungehorsame, mit und ohne Job, basisnah, gesellschaftskritisch The virtual meeting place of the left in the unions and in the workplace |
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